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The grandnephews and grandnieces of Juan José Barcia Goyanes (1901-2003) have created this Blog to make everybody known this wonderful person, his work and some of his good deeds during his great and long life.

A bordo de un Snipe


 

Estamos en agosto, tiempo de vacaciones para muchos. Tiempo de estar en familia; tiempo de recuperar fuerzas; tiempo de contacto con la naturaleza, en el mar o en la montaña. Por eso quiero contaros una anécdota de J.J relacionada con su afición a la Náutica, ocurrida en la “Regata Crucero a Mera”, a bordo de su snipe llamado “Lóstrego”. La historia se relata en su obra “La Saga de los Barcia”:

“El día de la regata (…) se presentó con la mar en calma y el cielo entoldado. En el trayecto de ida nuestro balandro llegó con gran anticipación en primer lugar. Ello no significa nada pues los tiempos de cada trayecto, sumados, habían de dar al vencedor. Pero ocurrió que, mientras estábamos almorzando, se levantó un fuerte viento del Sur, la surada, como allá (en Galicia) la llaman, y tanto creció su fuerza, que hubo de suspenderse la regata, dando por buenos los tiempos de la mañana. Se pretendió que la flotilla regresase remolcada y así se inició el regreso. Pero el remolcador carecía de fuerza para arrastrar los diez o doce balandros, con el fuerte viento de proa. Se hizo de noche y la cosa se puso un tanto fea ya que los cables que  unían a los balandros, no utilizados habitualmente para ese fin se rompían de cuando en cuando, siendo arrastrados algunos a la deriva y teniendo el resto que retroceder en su busca. Por fin y ya entrada la noche y ante la imposibilidad de llegar a La Coruña, se optó por volver a Mera, dejando allí varados los barcos en la playa.

                La cosa no hubiera pasado de una anécdota sin trascendencia de no haber sido por la preocupación de quienes en el Club Náutico, esperaban el regreso de los balandros. Entre los que esperaban estaban Maruja (mi esposa) y su padre, hombre no demasiado sereno.  A la vista de la falta de noticias intentaron que la Comandancia de Marina les diese una solución, pero allí les dijeron que no tenían ningún barco de socorro y que no se preocuparan demasiado porque lo probable es que la fuerza del viento hubiese empujado a los baladros a las playas de enfrente. Por fin, y cuando los ánimos estaban harto tensos, llegamos nosotros, en el coche de alguien de la familia (…). Por ello bautizamos aquel suceso, en broma, como “la Noche Triste”,  recordando la de Hernán Cortés y hemos reído muchas veces recordándola.”

 
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