En verano hay mas tiempo libre y, para los aficionados a los libros, mas tiempo para la lectura y, por qué no, para la poesía.
La afición de Juan José Barcia a la poesía se podría decir que fue algo genético, heredado tanto de su padre como de su abuelo; este último compuso la letra del himno al Apóstol Santiago.
Llegó a escribir cinco libros de poesía que comentaré brevemente:
1.-Salterio (1986): selección de obras de J. Barcia Caballero, J. Barcia y Eleicegui y J. J. Barcia Goyanes, de temas
predominantemente religiosos y especialmente referidos a la Virgen María. Se recupera un denso poema: “Mansos",
gracias a su prodigiosa memoria; poema que le valió un premio. Hay una poesía testimonial de Mirosi Barcia,
hija mayor de D. Juan.
2.-Canto de cisne (1988) que comprende 36 poemas. Es el resurgir
del Juan José Barcia poeta, que, contrariamente a su pronóstico, renació de un aborto poético (como dice de sí mismo) a una interesante
producción. Hay varias dedicatorias, fundamentalmente a su esposa y a diversos
personajes. (Mauro Guillén, Blas Piñar, J.M. Pemán) . Hay una traducción de la
poesía El Chal Negro, de Puschkin. Se
incluyen una serie de poemas bajo el nombre de Compostelanas, Coruñesas, Plegarias
y Flores , algunas de estas dos últimas ya editadas en el
primer libro.
3.-Aún no se ha muerto el cisne
(1990) consta de 40 poemas. Muchos de ellos dedicados al recuerdo de su mujer, fallecida un año antes. Esta obra
incluye una traducción del poema de
Goethe “El Rey de Tule” y otra sobre
el poema de Edgar Allan Poe: El Cuervo.
Hay una curiosa poesía dedicada a la leyenda que circuló por Valencia en 1990,
cuando se cerró la Clínica de Maternidad llamada “La cigüeña” según la cual una
mujer buscaba llorando a su hijo perdido por el citado edificio:
“Cuentan
los vigilantes del pequeño palacio
que,
en otro tiempo, sede de “La Cigüeña” ha sido,
que,
la noche ya entrada, de aquel sombrío espacio
la
calma silenciosa la perturba un gemido.
Es
el llanto de un niño que sin consuelo llora,
y
una mujer encinta en la sombra aparece,
y
estancia tras estancia, registra, inquisidora,
y
al no hallar al infante, cual vino, desaparece
Es
una mujer alta, en camisón rosado;
tiene
el cabello negro, sobre la espalda suelto;
el
dolor en su rostro sus huellas ha grabado…..
y
el viejo vigilante, ha noches que no ha vuelto
a
cumplir su vigilia. Sin ánimo se siente.
y
antes pierde su empleo que enfrentarse, aterrado,
al
llanto sin consuelo y a la visión doliente
de
la mujer encinta y del bebé ignorado.”
4.-Y pasaron tres años (1993) con 82 composiciones. En este libro
se incluye la traducción de diversos
poemas de su poeta extranjero favorito: Heinrich Heine (1797-1856), también
favorito de su abuelo, y del que traduce: Obras de juventud, Lyrisches
Intermezzo, Buch der Lieder, Heimkehr, Herzreise entre otras, con dedicatoria
al propio Heine, del siguiente verso:
Releyendo
tus versos, Enrique amigo,
lloré
contigo tu alma torturada
por
las penas de amor, pero te digo:
mayor
dolor es el no amar ya nada.
Que
tiene resonancias de nuestro Juan del Enzina: Más vale trocar/ placer por dolores/ que estar sin amores.
5.-Como el Eco (1996) 46 poemas. Incluye una traducción propia de
los poemas de Wolfe y Rosalía de Castro, acerca de la muerte del general inglés
Sir John Moore junto con una versión
propia que ya publicara en “Canto de cisne” subyugado por la belleza y carácter
épico de la muerte de este general en
una tierra a la que defendió y que se convirtió en su última e inesperada
posada.
Hay también una traducción de un
poema de Thomas Storm.
Posteriormente
(1995) publicó, de nuevo con el nombre de Canto
de Cisne, un compendio de 193
poemas -alguno antiguo inédito- con un prólogo pleno de sentido del humor en el
que entre otras cosas dice que su afición a la poesía la puede fijar con
precisión astronómica, ya que coincidió con el paso del cometa Halley en 1910.
Esta obra editada por gráficas Soler y con una portada de su nieta Lola, es la que
más difusión ha alcanzado.
Más
tarde vuelve a editar repitiendo el nombre Como
el Eco (2001) otro compendio de algunas de éstas (85), precedida por el ensayo : “La vejez como fenómeno humano”.
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