Los juegos tradicionales fomentan
la creatividad, el trabajo en equipo, el ingenio, la habilidad y destreza
manual, la paciencia… Ahora que hay una vuelta a los juegos tradicionales, me
ha gustado leer en el libro “La saga de los Barcia” los recuerdos de su
infancia, en lo que a juegos se refiere:
“También viene a mi memoria la
colección que tenía de papeles de estaño multicolor con que se envolvían los
bombones de chocolate, y que me parecían un tesoro de considerable valor. Y las
cajas de un jabón de la marca “Sunlight” con las que hacíamos barcos de cartón,
así como los soldados de papel que se vendían en pliegos que se pegaban en
cartones, con un engrudo de confección casera y que luego se recortaban
poniéndoseles una peana para poder situarlos en correcta formación (…).
Y con los soldados los variados
juegos, ya en casa, ya en la calle. Entre los primeros estaban los de naipes, el parchís, la oca, los dados, las
damas, el ajedrez. Y en el exterior el
trompo, los bolos, la estornela, el aro, tres en raya, la cuerda, la Mariola,
justicias y ladrones, el escondite, la gallina ciega, las cuatro esquinas, el
pincha carnero, el diábolo, el guá, y tantos otros.”